Todos sabemos que el aburrimiento puede llevarte a los lugares más insospechados y, a veces, incluso hace que pierdas el trabajo.
Un vigilante de seguridad de 60 años había llevado una larga jornada laboral y, para apaciguar el aburrimiento de ese primer día, decidió dar rienda suelta a su imaginación y dibujar en un cuadro del museo en el que trabajaba.
El hecho se ha producido en el Centro Yeltsin de Ekaterimburgo, en Rusia. La obra afectada ha sido Tres figuras de Anna Leporskaya, pintado entre 1932 y 1934. Sin embargo, gracias a que la inspiración del vigilante llegó solo a dibujarles dos ojitos muy suaves, la restauración ha sido, en cierta medida, fácil y solo le ha costado al centro 3000 euros.
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